Después de una intensa jornada de vísperas, con decenas de altares, escaparates y balcones montados para la ocasión, miles de sevillanos se echaron a la calle para contemplar la procesión, con nueve pasos en la calle, entre ellos el del recién restaurado Niño Jesús de Martínez Montañés. La procesión ha tardado casi dos horas y media en salir de la Catedral.
Desde las ocho y media de la mañana, la Puerta de San Miguel ha sido testigo de la salida de los nueves pasos del cortejo, además de las miles de personas de hermandades, entidades y autoridades de la ciudad de Sevilla. Tras los “niños carráncanos” abriendo la procesión, el primer paso, el de Santa Ángela de la Cruz, una de las santas más queridas de nuestra ciudad. Tras ella, el paso de las Santas Justa y Rufina abrazando la Giralda, y acto seguido, otros dos santos muy vinculados a la ciudad, San Isidoro primero y San Leandro después.
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En quinto lugar, salió el paso de San Fernando, que ayer además celebraba su onomástica. Mientras, en el interior de la Catedral, al término de la misa, se colocaba el Santísimo en el paso de la Custodia, y comenzaba el baile de los seises.
Y mientras bailaban los seises, siguió saliendo el cortejo, con la Inmaculada en sexto lugar. Tras ella, el paso del Niño Jesús del Sagrario, una imagen que vuelve a la calle sólo días después de haber sido restaurada en los talleres del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.
Le siguió el Paso de la Santa Espina, con una reliquia de la corona de espinas de Cristo, donde nuestro presidente Enrique Bejarano participaba como contraguía de este paso.Y a las once menos cinco de la mañana, casi dos horas y media después del comienzo de la procesión, salió por fin el paso del Santísimo, arropado por las autoridades civiles y militares. Ha sido una mañana de corpus esplendorosa, donde Sevilla lució más que el sol.
